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Prometeo Liberado

Blog de educación y de crítica social y política que busca luchar contra la estulticia y falta de sentido común instalados en nuestra sociedad.

El Juicio Final

El Juicio Final. Rubens.

El Juicio Final. Rubens.

     Uno de los consejos que más se repiten, generación tras generación, así pasen los siglos, es el de no postergar las obligaciones, llevarlas a cabo con ganas y sin dilación. Antiguos refranes como “a quien madruga Dios ayuda” o “no dejes para mañana lo que puedas hacer hoy” atestiguan que la diligencia ha sido una cualidad muy apreciada por la sociedad desde tiempos remotos.

        Sin embargo, la Madre Iglesia, eterna Maestra y Preceptora, la indiscutible guía espiritual de nuestras almas errabundas y desatinadas, no predica con el ejemplo.

        Los griegos sabían que al expirar habrían de ser acompañados por Hermes al reino de los muertos. Entrarían por la sagrada laguna Estigia, testigo implacable de los juramentos divinos, y el oscuro barquero Carón los aguardaría para conducirlos, a cambio de dos monedas, por el río Aqueronte hasta las mismas puertas del Érebo, custodiadas por el tricéfalo Cérbero, que no permitía que entrara quien no debía y, sobre todo, que saliera de allí ningún alma. Fueron pocos los héroes que osaron entrar en vida en el reino de Hades: Orfeo, que obtuvo permiso para devolver a la vida a su malograda esposa, Eurídice. Pobre Orfeo, una mirada hacia atrás le costó volver a perderla; Teseo, que con Pirítoo quiso raptar a Perséfone y fueron ambos apresados por el tétrico Hades; Heracles, que se vio obligado a secuestrar a Cérbero y, de paso, concertó con el ya muerto Meleagro su boda con Deyanira, hermana de éste, y trató asimismo de liberar a los necios raptores. Con Teseo tuvo éxito, pero Pirítoo quedó para siempre atrapado en la Silla del Olvido; Odiseo, que bajó para que el adivino Tiresias, ya fallecido, lo alumbrara y guiara sus pasos futuros; el troyano Eneas, que necesitaba consejo de su padre, Anquises, el mortal con quien Afrodita yació. Toda epopeya importante pasaba por allí, todo héroe que se preciara debía hacer el fatídico viaje.

        Tres infiernos concebían los griegos: el Tártaro, reservado para los muy malosos, los titanes; el Érebo, lúgubre reino donde iba el común de los mortales; y los Campos Elíseos, donde sólo crecía el álamo blanco, destino benigno de los héroes. Para los griegos el más allá era muy importante. Ellos creían en la reencarnación, que, según Sócrates, no era aleatoria, sino que dependía de cómo el alma se hubiese guiado en vida, siempre tomando como ejemplo de la excelencia la búsqueda de la Verdad y de la Belleza. Según la antigua mitología, en el Érebo había tres jueces: Éaco y dos de los hijos que el ternero Zeus tuvo con Europa –Minos y Radamantis-. Eran justos, pero no blandos. De hecho, las condenas de Tántalo, Sísifo y Linceo son ejemplarizantes. El primero fue metido en una poza con el agua hasta la barbilla y con un manzano de rojos frutos al alcance de su mano. Pero cuando quería beber, el nivel del agua bajaba hasta hacerse inalcanzable; cuando tenía hambre, alargaba la mano, mas las ramas huían presurosas. Además, una gran roca en constante equilibrio encima de su cabeza amenazaba con aplastarlo; el segundo debía subir una pesada piedra hasta la cima de una empinada montaña; cuando llegaba, la roca se escurría entre sus manos y rodaba hasta abajo. Vuelta a empezar; el tercero pagó cara la hazaña de asesinar a sus cuarenta y nueve primas (perdonó a su esposa), hijas de Dánao. Aún seguirá en el Érebo llenando ese barril sin fondo.

        En previsión de lo que se les podría venir encima si no iban al día en los juicios, los jueces del Hades intentaban despachar a los mortales según iban llegando al reino sin luz.

    Sin embargo, vuestro Dios, desoyendo los mandatos de la cordura y la sensatez, decidió dejarlo todo para un solo día, el Día del Juicio, justo después del Apocalipse Now, cuatro jinetes que a nosotros se nos antojan destructivos pero para los muertos no pueden ser sino libertadores, “a ver si acaba la tediosa espera de una vez”. Entiendo que los antiguos, que eran cuatro gatos, vieran factible juzgar a todos los hombres en un solo día, pero Dios, en su infinita sabiduría e infalibilidad, debería haber sabido que llegaríamos a ser siete mil millones de almas que se reemplazarían generación tras generación. No quiero ni imaginar cómo será aquello, porque si Dios es uno, aunque trino, supongo que juzgará Él mismo a todos los mortales. Espero que empiece por la “R” porque me temo que allí va a haber más colas que en el INEM.

        Tampoco sé si juzgará a todos o sólo a los que creen en Él, y a los demás los despacha rápido con un billete a casa de Lucifer. “Si nos quitamos de en medio”, pensará Dios, “a los ateos, a los musulmanes, los budistas, los hindúes, los griegos y romanos, los incas y aztecas…, aquellos que no han creído en Mí, la cosa irá rápida. Ésos directamente a Satán. Que no hubieran sido tan descreídos o hubieran elegido mejor”. Ah, no. Mala idea, que entonces yo estoy jodido.

       Me imagino ese día y el pavor me invade, que me temo que la Divina se va a parecer mucho a la justicia humana: ese Dios aplastado por el peso de la responsabilidad de tener que juzgar a más personas de las que puede -¿no habrá añorado nunca el politeísmo, o alguna ayudantía al menos?-, teniendo que discernir entre lo bueno y lo malo que ha hecho o pensado cada uno, que también de pensamiento se peca, sus verdades ocultas e inconfesables. Todos podemos argüir un motivo para nuestros actos, una excusa con que dejar la conciencia tranquila, soy psicópata porque el mundo me ha hecho así, porque nadie me ha tratado con amor… Aun cuando a Mario Conde se le demostraron sus fechorías de cuello blanco, se mostró ultrajado y tratado con injusticia, porque él había sido el motor de la economía del país. Del mismo modo, todos estos ladrones que están siendo cazados ahora pueden argumentar que han trabajado mucho por los demás, una vida de teléfonos e infartos, olvidando, claro está, los viajes en primera, los grandes banquetes y los lupanares rusos, como en el caso de Matas, que la memoria es muy selectiva. Cuando a Franco y los inquisidores Dios les pregunte por sus crímenes, dirán que lo hicieron en su nombre, para preservar el bien del mal, de Satán, que adquiere mil formas y ése sí que está en todas partes. “Tras una vida bajo palio”, dirán, “¿no habrás de perdonarme lo que a tus ojos no puede ser sino nimiedad, unos milloncejos de nada, con todo el bien que he hecho?”. Esa Ana Mato –qué le gusta al PP conjugar el verbo matar- diciendo “sí, robé, pero para una comunión, para que mis hijas estuvieran elegantes ante Ti”.

       Y Dios, en su infinita misericordia los perdonará, más por miedo que porque le parezca bien lo que han hecho. Ya le ha dicho San Pedro, que es más terrenal, que estos individuos han acumulado muchas riquezas y pueden pagar a cualquiera de los abogados celestes, que, como bien se sabe, son capaces de mover papeles y marear la perdiz hasta el fin de los tiempos, de conseguir del más débil el más sólido argumento. “¡Con lo tranquilo que he estado sin juzgar a nadie”, dirá Dios, “dejándolos a su libre albedrío, ¿cómo voy a pasar el resto de la eternidad lidiando con estos pollos?¡Qué aburrimiento!” Y los absolverá a todos. A todos los que robaron a gran escala, a todos los que exterminaron a los pueblos, a todos los que cercenaron libertades ajenas, a los que hicieron difíciles, si no imposibles, las vidas de los demás, a los que, en definitiva, “mataron el latido de la primavera y mancharon de sangre la cuna del recién nacido”, en palabras de Pablo Neruda.

        A todos menos a uno; uno pagará por todos los demás. No por haber sido el mayor genocida de la Historia, que eso es perdonable, no por haberse postulado como jinete del Apocalipsis sin ser llamado a serlo; ni siquiera por haber perseguido y tratado de exterminar al pueblo exterminador, el elegido por Él desde su nacimiento; sino porque vivió en pecado con Eva Braun y porque se suicidó, lo cual está muy mal visto ante sus ojos. Para eso no hay razones ni excusas, ni abogados que lo defiendan.

 

Fernando Rivero García

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P
¡Hola! He creado mi blog hace relativamente poco, y por ello necesito promocionarme para ganar lectores. Si te interesan el tema de las críticas, espero que puedas pasarte por mi blog: parvasedpulchra.blogspot.com<br /> ¡Gracias y lo siento por el spam!
E
Si soy uno y trino , ¿soy un canario?
F
Depende de cómo cantes.